En cualquier puesto de trabajo, según la legislación en vigor, debe estudiarse el nivel de riesgo psicosocial, es decir, las condiciones organizativas y medios no materiales, así como impactos comunicativos que afectan a cada trabajador. Casos como “estar quemado” (síndrome de burnout) o la violencia en el trabajo son ejemplos de problemas psicosociales.
Esto significa que un inspector de trabajo, además de pedir los respectivos estudios de higiene en el puesto de trabajo, seguridad en dicho puesto y certificado de aptitud del trabajador, puede requerir el estudio de riesgo psicosocial, con las respectivas medidas correctivas y seguimiento, si es el caso.
Las herramientas de evaluación de riesgo psicosocial tienen forma de test y los resultados tienen forma de estadística, resumiendo el proceso al extremo. Deberá ser un técnico capacitado el que escoja el método más adecuado para la evaluación de este riesgo y lo lleve a cabo, interpretando los resultados y proponiendo medidas correctoras que el empresario deberá implantar. Una de las características del ámbito psicosocial de la prevención de riesgos laborales es que los trabajadores son parte activa durante el diseño y propuesta de medidas correctoras. No significa que ellos den las soluciones ni que éstas se deban adoptar, sino que de ellas saldrá información relevante para detectar puntos de mejora que además serán sostenibles en el tiempo. Me atrevería a decir que la sostenibilidad en el tiempo de la salubridad psicosocial depende proporcionalmente de la implicación de los trabajadores en la adopción de medidas junto con el resto de implicados.
Un pilar fundamental en este riesgo es la comunicación, que va de la mano del liderazgo: tener buenos líderes en el equipo permitirá espacios de interacción y mejora. En estos espacios los trabajadores diseñarán y condicionarán de forma inocua la gestión de recursos organizativos e informativos. La inocuidad de este condicionamiento es algo por lo que el liderazgo deberá velar, para no perder la capacidad de mando.
En el ámbito laboral se habla de calidad de liderazgo, y es un posible factor de riesgo que el empresario debe controlar
En la mejora de la comunicación y el liderazgo el coaching tiene un valor excepcional, ya que evidencia fortalezas y debilidades. A partir de esta evidencia se puede hacer el trabajo de mejora de capacidades, con los beneficios que ello conlleva. Un profesional del coaching que esté en contacto con la empresa y su vinculación con los Servicios de Prevención sea distante no tendrá la tentación de limitarse a firmar informes para justificar acciones correctoras sino que estará interesado en resultados sostenidos en el tiempo, considerando el potencial humano desde la marca personal de cada trabajador.
Una opción de estilo de liderazgo es el tipo coach, pero no es la única: forma y capacita a tus líderes
Si un líder es ejemplar, el coach será ejemplar para el liderazgo de estilo coach. En las formaciones sobre gestión de equipo y liderazgo se aprenden técnicas y estructuras, pero mediante el coaching se busca capacitar, no enseñar. Si quieres una formación a medida para tu equipo o resolver problemas de este ámbito con un coach capacitado en PRL y en contacto con la empresa, contáctame.
En cualquier caso, si eres cliente de un servicio de prevención, asegúrate de que, más allá de las medidas a adoptar en este ámbito, tengan claro qué indicadores te servirán para verificar que las acciones correctivas que propondrán son eficaces y, en caso de no serlo, qué contrapartidas están dispuestos a asumir: es muy bonito vender informes para cubrir expedientes cambiando el logo de la empresa y adjuntando la estadística de un programa informático de estadísticas super bonitas. Hablemos de resultados y garantías.
Adjunto unos ejemplos de casos de intervención psicosocial de esta potentísima fuente de información, de la que te invito a informarte sobre cursos, bibliografía, otras documentaciones e incluso asesoramiento.
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